Ese fue uno de los episodios
que ahora encuentro más confusos. Tu forma de besarme no fue romántica, ni
siquiera insinuante. Me besaste de repente, sin que yo me diera cuenta, apenas
me viste desprevenida, “atacaste”. Creo que el romanticismo nunca fue tu
especialidad. Si vamos al caso, la mía tampoco. Supongo que por eso encajábamos
tan bien. Yo soy tan romántica y sentimentalista como una roca, y a vos nunca
te gustó mucho la idea de dar vueltas con cursiladas que nos avergonzaban a los
dos.
Pero a veces me pregunto si esos arrebatos de pasión que
teníamos, ya en los últimos tiempos, no eran lo que confundíamos con amor.
Perdón,
había olvidado que esa palabra te asusta. ¿Lo confundíamos con “cariño”,
“gusto”, “atracción”? esas palabras son demasiado superficiales, mientras que
“amor” es demasiado grande para vos. ¿Cómo llamar ese sentimiento? A falta de
una palabra mejor, prefiero llamarlo amor. Amor adolescente, no real. Amor del
que todos viven en esta época, enamoramiento, embelez de los dos.
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