Éste es mi momento. Vamos, salgamos a la luz.

domingo, 11 de noviembre de 2012

Fantasía y realidad II.


(Recordando esos momentos en que soñaba que me amabas)


Bueno… en realidad no estaba tan loca, pero suena poético, ¿no? Aunque sí, la verdad es que sí pensaba todo el tiempo en vos. Volvía del colegio ansiosa por acostarme en la oscuridad a recordar y hacer casi vívidos mis recuerdos. Porque con tan sólo pensarlos no me bastaba. Necesitaba revivirlos, sentirlos, escucharte decir “Te quiero” otra vez en mi oído, ver tus ojos cerrados cuando me dabas un beso concentrado, sentir el tacto tibio y áspero de tu piel oscura en mis manos, oler ese perfume que es sólo tuyo, irrepetible, porque es tu olor. Por eso cerraba las puertas de mi habitación y me tapaba los ojos, porque en la oscuridad era más fácil verte y sentirte sin tenerte, y pasaba quizás horas pensando en vos.
Era una mala costumbre, lo sé. Una vez que terminamos me costó bastante entender que todo eso no iba a volver a suceder. Yo te dije “ya fue” con la esperanza de un “volvámonos a ver” por tu parte. Salí corriendo para que vayas a buscarme.
Pero me olvidé de lo mucho que te conocía. Tantas fantasías en mi cabeza, tantas imágenes idealizadas de vos, tanto amor para darte pero tanto orgullo de por medio, me hicieron olvidar de cómo funcionaba tu personalidad.
Si vos terminás algo, se termina, no hay bis, ni repeticiones, ni vueltas. Y más si ya no puedo ser la chica fiel y perfecta que veías en mí. Que creías que era, o que al menos trataba de ser para vos. Si ya no puedo ser esa chica, si ya tu imagen de mí quedó manchada, y si tu orgullo quedó dañado, no me vas a seguir.
Salí corriendo y te esperé en algún lugar donde te costara verme, pero no seguiste mi rastro. Mi plan salió mal, no me perseguiste. Por lo tanto nunca me alcanzaste, nunca te diste cuenta de que más adelante me quedé esperándote.
Pero hablábamos de lo poco que duermo. O por lo menos de mi poca predisposición a entregarme a esa nada, ese vacío que supone el intentar dormir. Y estaba diciendo que cuando estabas conmigo, meditaba y dormía mucho más porque era el tiempo en que mejor te recordaba.
Bueno, ahora me pasa exactamente lo contrario. Aunque ya no es como al principio, que tu recuerdo asaltaba mis pensamientos al momento de cerrar los ojos, sigo teniendo miedo de que todas esas cosas sin importancia que llenan mi mente se agoten antes de que el sueño me atrape, y tu recuerdo emerja con toda su fuerza, destruyendo toda esa fina caparazón que poco a poco he creado para cubrirte, taparte, esconderte de esta realidad que vivo, y de la que ya no sos parte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario